Cuando me invitaron a correr 10 kilómetros en la maratón KLM Aruba, no podía creerlo. ¿Deporte en la isla más feliz del mundo? Mil veces sí.

Que me disculpen los arubianos, pero en lo primero que pensé cuando me dijeron “Aruba” fue en sus playas. Lógicamente, es uno de sus principales atractivos , pero jamás habría imaginado todo lo que ofrece la Isla Feliz.

Desconocía, por ejemplo, su calidez. Y no me refiero a las altas temperaturas y a los días radiantes y soleados: me refiero al calor humano. La amabilidad de su gente y la tranquilidad que transmiten es de las cosas que más valoré de este viaje. La isla más feliz del mundo es la sonrisa de sus 110 000 habitantes. En español o inglés. Y algunas veces hasta en portugués. Los arubianos logran comunicarse en varios idiomas, aunque el suyo sea el papiamento, lengua criolla que también se habla en Curazao y Bonaire.

Sentirme cómoda con la población local y con el grupo de creadores de contenido con el que me encontré allá fue muy importante para mí en los días previos a la competencia: disminuían la ansiedad, los temores y los nervios.

Antes de la maratón, compartimos horas de playa espectaculares en Palm Beach, donde nos llenamos de la energía del mar en una clase de stand up paddle yoga: risas, deporte en el mar y conexión con el cuerpo y la mente. El plan perfecto si estás en el lugar indicado del Caribe.

Si esa actividad ya me había conquistado, el paseo en catamarán terminó por enamorarme. Partimos del muelle del Hotel Hilton a las 17:30 horas, aún con el sol que gobernaba pleno en la isla. El brillo solar quedaba perpetuo en cada toma, el viento soplaba fuerte y el calor abrazaba a quienes estábamos a bordo. Unos piqueos y bebidas, y música para bailar complementaron un compartir único a la hora que se despide el sol.

Pero hablemos de la maratón de Aruba. Correr los 10k ha sido una experiencia muy valiosa para mí porque amo el deporte, y en parte esa preparación física me ayudó a completar la carrera (eso y los consejos de mis amigos runners las semanas previas).

Además, significaba una competencia conmigo misma porque asumí el reto, aunque con algunas dudas y temores, y llegué a la meta aún con combustible y con una sonrisa. Fueron mis primeros 10k en una carrera oficial, ¡y en Aruba! Es un capítulo de mi vida que recordaré con cariño.

Mientras corría, imaginaba a quienes estaban luchando en los 21 y 42K. ¡Tremendos todos! Decidí tratar de enfocarme solo en mí, mirar a mi alrededor con entusiasmo y aplaudir cuando alguien en el camino nos motivaba con un grito. Es decir, divertirme, pero sin dejar de lado mi naturaleza competitiva que me empujaba a hacer un buen tiempo.

No sé si no aceptar una bocanada de agua en el primer punto de hidratación fue un error, pero a los 5 kilómetros el calor pesaba bastante. Mis piernas andaban perfectas, pero el bochorno complicaba mi performance. Ya hidratada, a falta de un kilómetro y medio hice un intento de remate o sprint final. Mi objetivo era correr en 50 minutos, pero pude cruzar la meta en 00:55:49. Puesto 166 de casi 600 participantes en los 10k. Más allá de los números y el tiempo, la sensación de satisfacción y orgullo ocupará por siempre mi podio personal. ¡Tqm, Aruba!

TAGS RELACIONADOS

Contenido Sugerido

Contenido GEC